Su proceso de investigación parte de sus pensamientos y reflexiones, que plasma utilizando diversas técnicas basadas en gestos e impulsos a menudo inconscientes. En ellos se mezclan dibujos, texturas, letras, palabras, frases, figuras, manchas, borrones, recortes y transparencias, generando un lenguaje gráfico que define transversalmente la obra de Andrés.

Siguiendo la idea, su inicio entonces, es una línea gráfica prolongada trazada sobre una superficie, o dicho de otro modo, su primer gesto es un simple trazo. A partir de ahí, una serie de hitos, secuencias y movimientos desencadenan un frenesí no violento (incontrolado) que conduce a lo que este artista necesita expresar. Así, sus obras son el resultado de lo que ha cuestionado, imaginado, observado y aprendido. A veces añadiendo, quitando u ocultando elementos a través de diversos medios, sus obras forman parte de una experimentación que busca revelar su forma honesta de crear.

En su insistente constancia de hacer y fabricar, Andrés ha generado sistemas a menudo vinculados a la abstracción, destacando las huellas de sus acciones. Capas construidas tanto a partir del tiempo empleado como del deseo de hacer visibles esos reflejos que surgen, evolucionan, se desmontan y se vuelven a montar.

En última instancia, sus impulsos acaban siendo materiales y representan la búsqueda por comprender lo que le rodea (y nos rodea), sin descuidar el desarrollo de sus emociones y las conexiones que encuentra entre su mundo interior y el exterior, teniendo en cuenta que lo único que los separa es la fina piel que recubre su cuerpo. De ahí que surja una individualidad íntima, que busca la exposición y la conexión con nuestras realidades, para que juntas, y en su humanidad, las preguntas que plantea se expandan, adhiriéndose a otras indagaciones similares que surgen en quienes se encuentran con su obra